miércoles, 16 de mayo de 2012

El Clínico elimina la migraña con un electrodo implantado en el afectado

Evitar las migrañas gracias a un implante que da corrientes eléctricas que evitan el dolor y que el afectado acciona con un mando a distancia. Esta técnica, que podría parecer un sueño del futuro, ya es una realidad en el hospital Clínico de Zaragoza, donde 29 pacientes han podido volver a su vida normal tras décadas de dolores insufribles, bajas laborales e insomnios. La Unidad del Dolor de este centro sanitario puso en marcha este programa pionero que le ha convertido en referente nacional e incluso europeo, ya que es uno de los hospitales con más experiencia adquirida en la técnica.
Los resultados hablan por sí mismos. De los 30 pacientes a los que se ha implantado el dispositivo, 29 han obtenido una mejoría global (28 con una calificación buena o muy buena). De los 14 de ellos en edad laboral que estaban de baja, 11 han podido reincorporarse a su lugar de trabajo. Además, 14 han dejado de tomar fármacos y todos han conseguido mejorar su calidad de sueño.
La responsable de la unidad, Dolores Rodrigo, precisó ayer en Zaragoza los resultados de este trabajo, acompañada de el director médico del Clínico, Fernando Escolar; y de los doctores Carmelo Quero y Pedro Cía, que también forman parte de este servicio. "Se trata de utilizar la estimulación eléctrica en pacientes que sufren migraña crónica o neuralgia occipital", explicó Rodrigo.
El proceso comienza con una operación quirúrgica, en la que se le implanta al paciente, a la altura de la parte alta de las cervicales, un electrodo que está conectado a un generador de impulsos eléctricos, con una batería y un microprocesador que permite su programación. Una vez colocado, el afectado recibe el alta y se traslada a su hogar, donde comienza un proceso de control por parte de los facultativos para comprobar que el dispositivo funciona correctamente. En esta primera fase, parte del mismo se encuentra en el exterior.
"Es importante que se encuentren en su ambiente habitual para comprobar en qué medida disminuyen los dolores. Además, comenzamos a retirar el tratamiento farmacológico, que suele ser muy abundante en estos pacientes", indicó la especialista. Cuando la mejoría llega al 50%, se realiza la segunda operación.
Se retira la extensión temporal del aparato con el estimulador externo y se implanta en el paciente el interno, que se coloca preferentemente en uno de los gluteos. A partir de ese momento comienza el proceso de programación a través de un microprocesador. El paciente tiene un mando externo, que coloca y acciona cerca del chip cuando comienza una crisis. De este modo, se consigue una sensación agradable en la zona donde se genera el dolor, algo similar a una interferencia en un circuito eléctrico que distorsiona el estímulo doloroso.

Sin embargo, esta técnica no puede ser aplicada a todos los pacientes. "Solo podemos utilizarla en cuadros muy severos que hayan agotado todos los tratamientos sin éxito", aclaró la doctora Rodrigo.