viernes, 30 de abril de 2010

Humor a diario


Es un estupendo ejercicio que rejuvenece, alivia la depresión y elimina el estrés, entre otros muchos beneficios. Hablamos, como no puede ser de otro modo, de la risa, sin temor a que ningún monje envenene este libro que les ayudará en tan saludable cometido, 'Increíble pero cierto'.
El humor nos rodea, aunque a veces nos cueste trabajo darnos cuenta de que así es, por eso Sebastián Maspons recopila noticias insólitas que activarán los 400 músculos que se ponen en marcha con nuestras carcajadas. Imaginamos que, siendo tan bueno para la salud, el libro se habrá prescrito a los habitantes del brasileño municipio de Biritiba Mirin, en São Paulo, ya que allí «está prohibido morirse», según la web de la alcaldía: «Los infractores responderán por sus actos. La medida regirá hasta la construcción de un nuevo cementerio», por lo que los ciudadanos deberán «cuidar su salud para no fallecer», informaba AFP.
Medida tan descabellada podría parecer un 'bushims', que es como se llamaba en Estados Unidos al deporte de cazar las meteduras de pata y de su ex presidente. George Bush tenía entre sus grandes hitos sentencias tan surrealistas como «nuestras importaciones nos llegan cada vez más del extranjero» (aún no sabemos de dónde les puede llegar el resto), que aún así no desmerecían las relativas a su lógica aplastante: «Creo que estamos de acuerdo en esto: el pasado ha terminado», o a las de sus análisis intervencionistas: «Si tenemos que actuar, no será para lanzar un misil de dos millones de dólares a una tienda vacía de diez dólares y darle a un camello en el culo. Será algo más decisivo», recoge 'El libro bobo de Bush'.
Toda una cuestión de cálculo, como la que llevó a un grupo de prisioneros a cavar un túnel para escapar que les llevó tan sólo al patio de la prisión al que tenían acceso cada mañana, según informó en su día el diario mexicano 'El Universal'. Claro que también por un error de entradas y salidas una mujer iraní parió una rana. La cosa tiene su lógica, según contó el diario 'Etemaad', ya que el renacuajo se alojó en el cuerpo de la mujer mientras ella nadaba desnuda en una piscina sucia.
El año pasado, la Policía italiana retiró el permiso de conducir a un sacerdote que dio positivo en un control de alcoholemia. El problema del religioso, que declaró ser abstemio, no fue más que un exceso de trabajo, ya que justificó su estado por haber celebrado nada menos que cuatro misas.
Médicos y letrados
Los policías no son los únicos que se ven obligados a escuchar comentarios que cuando menos obligan a esbozar una sonrisa. Querer saber cuándo nos van a hacer una autopsia, si es benigno ese bulto que nos ha salido en los tentáculos o si nuestro corazón va a necesitar un pasacalles son preguntas frecuentes a los médicos. Al menos, así lo cuenta el doctor José Ignacio de Arana en 'Diga 33'.
No se quedan atrás los abogados que hacen cualquier cosa para ganar un caso. De este modo, narra el letrado Luis Zarraluqui en 'Con la venia y sin ella' que un colega, desesperado ante una cliente que no se enteraba de nada, le gritó: «Le pregunten lo que le pregunten; sea lo que sea, diga usted que no. Nada más que no. ¿lo ha entendido? Sólo no». Así fue y, ante la pregunta: «¿Es usted doña Magdalena Ramírez de Cueto?», la mujer afirmó: «No, señor». No es el jurídico el único 'idioma' que no entendemos, también el inglés nos cuesta, de ahí que sea un factor importante a la hora de incrementar estos chascarrillos. Cuentan los telefonistas del 11811 en '¿Me pone con el cielo?' que les piden el teléfono de «Javier Pacar» o «Marimar» para poder hablar con la empresa de informática Hewlett Packard o la tienda MediaMarkt.
Ese mismo problema de entendimiento es el que tienen los padres de Inés, una niña de 3 años que, cansada de que le dijeran que debía pronunciar bien ciertos sonidos, se quejó: «Es que yo hablo en inglés». En un país en el que el 63% sólo habla castellano es lógico que se den situaciones como ésta.
Pensándolo bien, cuestión aparte merece la filosofía infantil, como se aprecia en los dos tomos de 'Frases célebres de niños', recopiladas por el programa 'El hormiguero'. «Mamá, no quiero dormir, quiero vivir» o «la muerte es el precio que se paga por vivir, así que… ¿qué prefieres?» son dos claros ejemplos del arte de estos pequeños sofistas.
Al final, morirnos de risa, con o sin la gracia de Dios, depende de la confesión de cada uno, es algo con lo que debemos contar cada día si verdaderamente llevamos una vida saludable, aunque parece ser que no conlleva un peligro extremo y es un vicio que nos podemos permitir sin tener que ir buscando sitio en el cementerio, por muy atractiva que nos resulte la esquela prometida por esos amigos capaces de escribir: «No nos esperes levantado, que ya iremos llegando». Pero, como diría Groucho Marx, «¿a quién va usted a creer: a mí o a sus propios ojos?». Por si acaso la respuesta es la segunda, el remedio está en las librerías.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

duermevela, cabezón mongólico

Anónimo dijo...

hola guapa qiero verte mas afondo